Cómo responder a niños, niñas y adolescentes que han sufrido abuso sexual
El abuso sexual, que abarca la agresión sexual o la violación, de niños y adolescentes es un grave problema de salud pública en todo el mundo y una violación de los derechos humanos que tiene muchas consecuencias para la salud a corto y a largo plazo. Las consecuencias físicas, sexuales, para la salud reproductiva y la salud mental de ese abuso son de amplio alcance y deben abordarse.
Los datos recabados en diferentes entornos indican que los niños y adolescentes están representados desproporcionadamente entre los casos de abuso sexual que se llevan a la atención de los prestadores de atención de salud.
En esta directriz se formulan recomendaciones dirigidas en especial a los prestadores de atención de salud que se encuentran en la primera línea de acción (por ejemplo, médicos generales, enfermeras, pediatras, ginecólogos), que atienden a niños y adolescentes hasta la edad de 18 años, que han sufrido, o podrían haber sufrido algún tipo de abuso sexual, como la agresión sexual o la violación. También puede ser útil para otros cuadros de prestadores especializados de atención de salud que tienen probabilidad de atender a niños o adolescentes.
En la directriz, aunque es de alcance mundial, se asigna particular importancia a su aplicación en entornos de atención de salud de los países de ingresos bajos y medianos, teniendo en cuenta que allí los recursos de atención de salud son más limitados. Por consiguiente, en la redacción se tuvo en cuenta la factibilidad de poner en práctica las recomendaciones en entornos de escasos recursos… La directriz se formuló según las normas y los requisitos especificados en el manual de la OMS para la elaboración de directrices, segunda edición. El proceso incluyó:
- La determinación de las preguntas de investigación fundamentales y sus resultados.
- La recuperación de la evidencia, lo que incluyó la ejecución de revisiones sistemáticas.
- La síntesis de la evidencia.
- La evaluación de la calidad, efectuada por un Grupo de Elaboración de las Directrices (GED).
- La formulación de recomendaciones con el GED y aportes de un Grupo de Revisión Externa.
No se detectaron conflictos de intereses importantes para el GED ni el Grupo de Revisión Externa. El documento también comprende principios generales que sustentan la práctica clínica y que se derivan de normas internacionales éticas y de derechos humanos. Incluye enunciados de prácticas adecuadas que se basan tanto en los principios orientadores como en los valores y las preferencias de las personas sobrevivientes, sus cuidadores y los prestadores de atención de salud.
Las recomendaciones se fundamentan en las recomendaciones vigentes de la OMS, así como en el nuevo contenido elaborado como parte de este proceso de formulación de directrices.
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FUENTE: https://iris.paho.org