El documento Proteger la salud en las aulas realizado por UNICEF analiza cuatro aspectos clave para la reapertura de los centros educativos: el funcionamiento seguro, la continuidad del aprendizaje, la atención a los más vulnerables y la garantía de protección y bienestar.

Tras dos meses de un severo confinamiento empezamos a salir a la calle, a pensar en cómo será nuestra vida y empezamos a conjugar en primera persona todas las dudas que nos asaltan. Coincidiremos en que la primera línea de lucha contra esta pandemia han sido los servicios de salud y aplaudimos su titánico esfuerzo, porque además sabemos que seguirán ahí y deseamos que sea en mejores condiciones de las que tuvieron que afrontar.

Pues bien, a partir de ahora se abren nuevos frentes a la hora de reactivar nuestra sociedad: los centros de trabajo, los transportes públicos y, donde desde aquí queremos aportar, las escuelas. Debemos ocuparnos sin demora de la reapertura de los centros educativos de cara al próximo curso escolar.

La educación es una parte esencial de la respuesta a la emergencia, es determinante para prevenir la propagación de la enfermedad y para enfrentar la recuperación de las consecuencias socio-económicas de la pandemia. La educación no puede parar, cada centro educativo que se detenga a consecuencia del COVID-19 supondrá la exposición de niños, niñas y adolescentes a vulneraciones de sus derechos a la salud, la educación y la protección. Así lo transmitimos a las autoridades educativas estatales y autonómicas con una propuesta de 18 medidas para la emergencia educativa.

Adaptar la normativa a esa situación excepcional y reforzar económicamente el sistema para afrontar estos desafíos son claves que no solo serán necesarias el primer día. Es necesario planificar el curso completo con esta perspectiva de emergencia educativa. Y ahí queremos contribuir analizando cuatro dimensiones fundamentales:

  • Funcionamiento seguro, medidas orientadas a detener la transmisión,
  • Continuidad del aprendizaje, procedimientos que permitan la recuperación de lo perdido y aseguren el cumplimiento de los objetivos del nuevo curso,
  • Atención a los más vulnerables, reforzar a aquellos que más se han visto afectados,
  • Bienestar y protección, asegurar que la función compensatoria que ejerce la escuela se desarrolla, especialmente en los aspectos de salud física y mental.

«COVID-19: Proteger la salud en las aulas» da respuesta al reto que enfrenta el sistema educativo al reanudar su actividad: proteger el derecho a la salud para garantizar el derecho a la educación. Es una adaptación al contexto español basada en las directrices internacionales elaboradas conjuntamente por UNICEF, OMS y la Federación Internacional de la Cruz Roja para el funcionamiento seguro de los centros escolares y en el marco de trabajo de la Coalición Global por la Educación (UNICEF, UNESCO, PMA y Banco Mundial).

El paso de una fase a otra en el proceso de desescalado no está libre de retrocesos. Son muchas cosas las que desconocemos del COVID-19 y estamos lejos de controlarlo. El cumplimiento de estas recomendaciones contribuirá a que estudiantes, familias y docentes estén seguros en los centros educativos y a que el aprendizaje no se detenga.

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Fuente: www.unicef.es