La regla de Kiko, un cuento infantil para prevenir el abuso sexual
La regla de Kiko es un cuento infantil para prevenir el abuso sexual. Se trata de una herramienta promovida por el Consejo de Europa para que padres, madres y educador@s puedan utilizarla y que los niños y niñas identifiquen el contacto físico inadecuado para así evitarlo.
Se estima que un@ de cada cinco niñ@s es víctima de violencia sexual, incluido el abuso sexual. Este libro, ha sido producido por el Consejo de Europa en el marco de su Campaña “UN@ DE CADA CINCO” para poner fin a esta violencia.
El cuento es sencillo y fácil de entender, está disponible en casi 20 idiomas, y las ilustraciones que lo acompañan son muy claras y explícitas, para que l@s peques (entre 3 y 7 años) entiendan fácilmente el mensaje.
El protagonista de este cuento es Kiko, un niño cuyo mejor amigo es Mano. Al principio, Kiko pregunta de qué sirve tener una sola mano como amigo, y esta le va enseñando todo lo que puede hacer con ella: le da tarta cuando quiere algo dulce, toca el piano cuando quiere bailar y no tiene música e incluso hace de avión para que pueda volar. Después de la siesta, Kiko quiere jugar al corre que te pillo y Mano acepta. Pero, de repente, Mano empieza a preguntarle sobre dónde puede tocar a Kiko.
Recogemos los cinco consejos fundamentales que ofrece La Regla de Kiko para iniciar la conversación con los niños y niñas.
1. El cuerpo del niño solo a él le pertenece.
Los niños y niñas tienen derecho a no querer que les den un beso o les toquen, incluso cuando
se trata de una persona a la que quieren. Se debe enseñar a los niños y niñas a decir “No”, de
forma inmediata y firme, a un contacto físico inapropiado, a alejarse de situaciones no
seguras y a contar sus vivencias a un adulto de confianza.
Debemos enseñar a los niños y niñas que su cuerpo les pertenece y que nadie puede tocarles sin
su permiso. La comunicación abierta y directa a una edad temprana sobre la sexualidad
y las “partes privadas del cuerpo”, utilizando los nombres correctos para los genitales y
otras partes del cuerpo, ayudarán a los niños y niñas a comprender aquello que no está permitido.
2. No todas las formas de tocar a un niño son iguales.
El libro muestra a los niños y niñas un límite evidente y fácil de recordar para decir no cuando alguien les toca: su ropa interior. Un límite que debemos hacerles entender porque muchas veces, no saben reconocer las formas apropiadas e inapropiadas de tocar, o lo que es lo mismo, el abuso sexual. Debemos alentarles a decir “No” si una situación les hace sentirse incómodos o incómodas.
En el libro, Kiko se niega a que la mano le toque dentro de la ropa interior. Algo que también ayuda a los adultos a iniciar una conversación con los niños y niñas. Si los niños y niñas no están seguros de si el comportamiento de una persona es aceptable, debemos asegurarnos de que sepan que pueden pedir ayuda a un adulto de confianza.
3. Aprender a entender la intencionalidad de los secretos.
Existe una clara diferencia entre un secreto bueno (una fiesta sorpresa) y un secreto malo (algo que le haga sentirse triste al niño o que le ponga nervioso).
Los secretos son una táctica primordial de las personas que cometen abusos sexuales. Por este motivo es importante enseñar a los niños y niñas la diferencia ente los secretos buenos y malos, y crear un clima de confianza. Cada secreto que les preocupe, les haga sentir incómodos, les asuste o les ponga tristes no es bueno y no debería mantenerse; deberían contarlo a un adulto de confianza (padre, madre, maestr@, orientador/a, policía, médic@, etc.).
4. La prevención y la protección son responsabilidades que incumben al adulto.
La mano del libro es el amigo de Kiko. Los adultos están ahí para ayudar a los niños y niñas en su vida cotidiana. La prevención de la violencia sexual es la primera y principal responsabilidad del adulto, y es importante evitar que los niños y niñas deban asumir toda la carga.
Se debe informar a los niños y niñas de los adultos que pueden formar parte de su red de seguridad. Se les debe alentar a elegir a los adultos en los que pueden confiar, que estén disponibles y dispuestos a escucharles y ayudarles. Adultos que no tienen por qué ser de la familia, sino que también pueden ser profesionales (maestr@s, trabajador@s sociales, Defensor@s del Pueblo y de la Infancia, médic@s, el o la psicólog@ de la escuela, la policía, el/la orientador/a escolar, etc.) a los que se puede acceder a través de número gratuitos.
5. El daño puede venir de alguien de confianza.
Aunque en muchos casos la violencia sexual contra la infancia procede de personas extrañas, la mayoría de las veces, los autores son personas conocidas. Alguien en quien el niños y niñas confía y que hace más difícil que ell@s puedan identificar su comportamiento como algo “malo”.
Debemos acostumbrar a los niños y niñas a que informen con regularidad a sus padres, madres, cuidador@s y educador@s de la existencia en su entorno de alguien que les ofrece regalos sin motivo aparente, les pide que mantengan secretos o trata de pasar tiempo a solas con ellos y ellas. Informar a los adultos de todo ello debe ser una norma establecida tanto en casa como en la escuela o cualquier otro lugar donde los niños y niñas suelan estar.
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