La situación de alerta sanitaria por la pandemia del COVID-19, ha obligado al confinamiento de la población con el fin de limitar al máximo la movilidad de las personas. Se trata de una medida que en muchos países como el nuestro resulta muy excepcional, desconociendo los efectos que puede tener en la salud y el bienestar de la población, es decir, el impacto del confinamiento.

Sin embargo, sí conocemos la importancia de las condiciones materiales y de vida en la salud: aspectos como las características de nuestras viviendas, el nivel de ingresos o las expectativas de empleo repercuten de forma muy importante en el bienestar.

Otro impacto del confinamiento es que los niveles de salud y los principales condicionantes de la salud empeoran a medida que el nivel socioeconómico de las personas desciende. Las desigualdades sociales en salud son un claro reflejo de la desigualdad social y material de nuestras sociedades.

A partir de aquí, desde el Grupo de Investigación en Determinantes Sociales de la Salud y Cambio Demográfico – OPIK (UPV/EHU), con la colaboración de Bidegintza – Cooperativa para la promoción humana y el desarrollo comunitario y el Centre d’investigació en Salut Laboral, CiSAL (UPF), han diseñado un estudio con el objetivo de conocer cómo el confinamiento puede estar afectando a la salud y el bienestar de nuestros niños y niñas y al de padres y madres y cómo las condiciones de vida de las familias pueden determinar cómo lo estamos viviendo.

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Fuente: www.ehu.eus